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Hoy cumpliría 62 años “El Dinamitero”
Héctor Rohr nació en Valle María el 24 de setiembre de 1958. Se crió en una familia trabajadora y sencilla, compuesta por 9 hermanos.
Trabajaba en la obra de ladrillos y en la construcción de pozos de agua.
A los 21 años, después de hacer el servicio militar, comenzó su carrera boxística.
En mayo de 1984 ganó el título argentino, y el 7 de junio de 1985 obtuvo el título sudamericano.
El 10 de marzo de 1993 tomó la decisión de poner fin a su vida. Ese día todo un pueblo lo lloró.
El desencadenante de que Rohr se dedicara al boxeo, fue una disputa con un vecino de la aldea. Este incidente llevó a que Cacho Dening generara la idea de comenzar con un gimnasio para el entrenamiento de boxeadores. Las prácticas comenzaron el 25 de mayo de 1980 y como Cacho no sabía mucho de técnicas de boxeo, buscó el asesoramiento de Gustavo Alcaín para la parte técnica, mientras él se ocupaba de la preparación física.
Debutó el 4 de agosto de ese año, en el galpón de Anís Neme. Con mucha expectativa, los organizadores esperaban 200 personas para cubrir los gastos, y pagaron entrada casi 500 personas. En el galpón ya no cabían más. Rohr ganó esa pelea por nocaut, en el tercer round, enfrentando a Almada.
La segunda pelea se hizo en el galpón de Almiro Rome, al mes siguiente, con Alberto Monzón, de Paraná. Esta vez ganó por nocaut en el segundo asalto.
Para no perder ritmo, se trataba de hacer una pelea por mes, pero se hacía difícil conseguir rivales en la categoría, por lo que para la pelea siguiente se arregló con un boxeador de Santa Fe, después con uno de Gualeguay. Sejas y Velázquez fueron los que siguieron en la lista de victorias por nocaut.
El bautismo de fuego le llegó pronto. Su quinta pelea fue en un mini estadio armado a pulmón, en un patio de 33 metros por 19 m. Ahí fueron a parar las tribunas laterales del Club Recreativo de Paraná, las tribunas tubulares del campo de jineteada de Diamante, los medios radiales LT14 de Paraná y LT9 de Santa Fe, y las visitas ilustres de Amílcar Brusa y Carlos del Valle Herrera, invitados para la ocasión. Esa noche El Dinamitero, se enfrentaba con Rubén Dip, de San Justo a quien le ganó por puntos en un combate tremendo que enloqueció al público. Esa noche se reunieron 3.000 personas.
Rohr fue un fenómeno de la época. No tenía condiciones ortodoxas para el boxeo, jugaba todo su poderío en su mano. Su fuerte era estar siempre tocando y pegando con la derecha. Tenía una fuerte pegada y resistencia al castigo, dos elementos básicos para todo hombre que entra al pugilismo argentino. Le faltaba alguien que lo puliera, con ese objetivo Dening y Alcain, buscaron en Santa Fe, un entrenador con más experiencia. Al poco tiempo, a pedido de Emilio Helguero, Rohr se mudó a la otra orilla para entrenar con él todos los días. Años después Helguero diría: “fue el boxeador más obediente que tuve”.
En San Pablo, Brasil obtuvo el título sudamericano de amateurs en la categoría pesado liviano (crucero), venciendo a un venezolano por nocaut en el primer round. En el viaje a Brasil obtuvo también el reconocimiento al mejor comportamiento de la delegación argentina.
Su carrera amateur estaba llegando al límite. Hasta ese momento tenía 26 peleas ganadas por la vía rápida, tres por puntos y un solo empate con Jorge Cambiaso, que en ese momento estaba seleccionado para las Olimpíadas de Moscú.
La pelea con Cambiaso fue el primer evento multitudinario que se realizó en el nuevo estadio del Echagüe, que todavía no estaba terminado del todo. Los dirigentes tenían miedo que se viniera abajo una pared, porque la gente se colgaba de las aberturas porque no tenía aún las ventanas; había 4.000 personas y muchos se quedaron afuera.
Lo cierto es que la figura de Héctor Rohr significó un fenómeno para el boxeo de la provincia y Valle María se conoció a través de él. Aún hoy, en Paraná cuando se menciona a Valle María, surge la pregunta por el boxeador que la hizo famosa.
Un periodista deportivo de Paraná, Lorenzo Rica dijo: “Queda el recuerdo de un tipo inocente, y de un tipo que llevó a su entonces aldea, hoy Villa Valle María, a los primeros planos del contexto boxístico del Río de la Plata. Era verdaderamente un ídolo para todos, fue un ídolo más allá de la falta de ortodoxia boxística. Era un poco la expresión del matrero: no importa quién viene, sino que sigan saliendo”.
Fuente: Libro “La Memoria de mi Pueblo”, de Yolanda Gassmann y José Hermann
Compartimos con ustedes este documental de “Memoria Frágil” realizado en homenaje al boxeador: